"Todo oídos" de Alexandre Postel: Los muros del sonido

La sátira exige el deseo de jugar con las formas y de mostrar al lector un espejo que lo distorsiona y perturba. Presupone cierto mal humor, el deseo de reírse de la propia miseria y de la ajena, de matar el énfasis con la comedia y las certezas con la ambigüedad. Trata la seriedad con la ausencia de seriedad. Probablemente por eso ya no está de moda. Tout ouïe , la quinta novela de Alexandre Postel, no es, por tanto, una novela de moda, pero sí una sátira lograda. No la publica Gallimard, la editorial de los libros anteriores del autor, sino Éditions de l'Observatoire.
"Nunca he conocido a un solo autor que se sorprenda de ser publicado", señala Violette Letendre, una experimentada editora de la editorial Monteverdi, en decadencia. Publica a escritores a los que apoda "el Carlino" o "La señorita Vetiver". Su colega Bastien Testevuide acaba de ser nombrado director literario: "Sus gestos y expresiones faciales encarnaban, con demasiada diligencia, al hombre tocado por un favor insolente ", escribe Violette. "Sabía muy bien que este puesto debería haber sido para mí". Repite con facilidad una frase del fundador de la editorial: "Los cuentos son como las espinacas. Todos alaban sus cualidades, pero nadie los compra". El hecho de que fuera entrenada por "la bella Dorothée" sin duda tiene relación con la desgracia de Violette: "Este era el apodo que se le daba al difunto editor cuyo talento y
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